- Publicado elnov 01, 2021
- enEstilo de Vida
Texto: Sandra L. Echeverry
Cuando muere nuestra mascota, una parte nuestra se va con ella. Y el dolor puede llegar a ser muy intenso, porque es lo que se siente cuando un ser muy querido nos deja, una enorme tristeza, vacío y el desconsuelo por la partida de un miembro de la familia, muy especial en nuestra vida, que ya no va a regresar más..
La manera de afrontar la pérdida de una mascota es muy personal y depende de la sensibilidad de cada uno. En los días posteriores algunas personas perciben los pasos, la respiración, e incluso, “ven” instantáneamente la silueta de ese ser de luz en los rincones que antes frecuentaba. Asimismo, muchos hemos interactuado en sueños con ese/a amigo/a del alma que anhelamos volver a ver, a tocar, a oler. Y, curiosamente, si falleció de edad avanzada o soportó una enfermedad o accidente, se suele presentar joven, muy feliz y en perfecto estado de salud.
Para algunos la muerte es el fin de todo y no existe un más allá. Bajo una concepción más espiritual, cuando ese querido ser de luz abandona su forma terrenal, pasa a formar parte de un espíritu colectivo.
Otros creen en la reencarnación en otro animal, o en otra forma de vida. Y algunos más, albergan, -o albergamos con mucha ilusión- la esperanza de volvernos a encontrar al final del camino.
En cualquier caso, hay que vivir el proceso de duelo, de una manera que nos permita evolucionar. A veces hablar con otras personas que hayan pasado por un proceso similar, ayuda. Ver sus fotos, vídeos en los que aparece, sus juguetes preferidos y sus cosas, en general, cuando sintamos necesidad de ello, permite asimilar y aceptar que nuestra querida mascota no continuará, al menos físicamente, junto a nosotros.
El momento de la despedida es importante. Si, por cuestiones de salud, el final es inminente y tenemos la oportunidad de despedirnos y acompañarlo/a, la música suave puede ayudarle a que su partida sea más tranquila. Incluso, facilitar que las personas que le han estimado le digan adiós, aunque sea por teléfono.
Como nuestra mascota es mucho más que un compañero de viaje merece un sentido homenaje. Contratar un servicio de incineración para conservar sus cenizas en una urna, sembrar un árbol mezclado con sus cenizas, son maneras de sellar nuestro vínculo físico, pero, también se puede proyectar los sentimientos de profundo amor y agradecimiento que nos ha transmitido nuestra mascota en opciones altruistas que transforman vidas (ejerciendo el voluntariado en las protectoras y albergues, sacando a pasear la mascota de un vecino con limitaciones de movilidad, haciendo donaciones) o profesional (creando artículos diversos inspirados en nuestra mascota, ejerciendo el derecho enfocado hacia la protección de los animales).
Darle la oportunidad a otra mascota de formar parte de nuestra familia, es una excelente opción para avanzar. No porque vaya a reemplazar a nadie. No se trata de eso. Cada mascota es un ser absolutamente único con su propia personalidad, gustos y emociones y, por esa misma razón, siempre permanecerá latente en nuestro recuerdo y en el legado que nos deja, que es esa parte de nuestro carácter que se ha vuelto más humana, más sensible y más noble, gracias precisamente, al corto espacio de tiempo de nuestra existencia que hemos podido disfrutar y compartir, - al tiempo que aprender-, de ese pequeño/a gran maestro/a animal que aporta amor incondicional desde que entra en nuestra vida, hasta que se va.
Literatura recomendada: "Última voluntad y testamento de un perro distinguidísimo" de Eugene O'Neill en Editorial Gustavo Gili